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18 de setembre de 2015

“Els serveis socials han de fer de l’atenció a la dependència una de les seves prioritats”

Entrevistem el reconegut consultor social Fernando Fantova, que recenment ha impartit una jornada a la seu d'ACRA

fernando fantova acra

Fernando Fantova és un dels consultors socials més reconeguts del nostre país i amb una àmplia experiència en el sector dels serveis socials. Recentment ha vingut a Barcelona per impartir la jornada "Serveis Socials, una mirada al futur", organitzada per ACRA i la Fundació Pere Tarrés. Parlem amb ell d'atenció a les persones i de dependència.

 

Los servicios sociales atienden a muchas personas con necesidades diferentes. ¿Qué servicios debe fijar como prioritarios?

A mi juicio, en este momento histórico de la evolución de los servicios sociales, se debe apostar prioritariamente por el desarrollo de servicios con un alto componente de acompañamiento social profesional, apoyados por tecnologías avanzadas de la comunicación (y otras), que sean polivalentes para una amplia diversidad de personas y que contribuyan significativamente al desenvolvimiento autónomo, la vinculación relacional y, consecuentemente, a la calidad de vida de las personas en sus entornos familiares, domiciliarios y comunitarios deseados.

 

En un contexto de envejecimiento progresivo de la población, ¿qué papel desempeñarán los servicios sociales del futuro? ¿Cómo deberían ser? ¿Es sostenible el actual Estado del bienestar?

En una sociedad que consigue –venturosamente– aumentar nuestra esperanza de vida, los servicios sociales siguen teniendo –desde mi punto de vista– sentido y función como aquellos servicios que nos ayudan a lograr, mantener o recuperar un estado de interacción satisfactorio, entendiendo por estado de interacción aquel en el que tenemos la mayor autonomía funcional para el desenvolvimiento cotidiano y la mayor integración relacional familiar y comunitaria. Los servicios sociales nos ayudan a tener más autonomía y red y compensan con intervención profesional las limitaciones transitorias o permanentes de nuestra autonomía y nuestra red.

El aumento de la esperanza de vida acentúa la necesidad de gestionar la diversidad generacional y potenciar las relaciones intergeneracionales, en un contexto donde en las familias, las comunidades y, en general, en la sociedad coexisten más generaciones a la vez.

El Estado de bienestar es imprescindible para la sostenibilidad de la vida en nuestras sociedades, es un factor de sostenibilidad irrenunciable en nuestras sociedades complejas y es uno de los elementos posibilitadores de esa ampliación de nuestras oportunidades de supervivencia y de otros logros sociales. Logros que, a su vez, hacen necesaria una transformación permanente del propio Estado de bienestar. El modelo de Estado de bienestar del que nos dotamos en cada momento histórico es un componente crítico del contrato social entre las generaciones y del contrato social en general.

 

¿Es posible superar la visión que pesa sobre los servicios sociales entendidos como un espacio únicamente dirigido a colectivos vulnerables?

Esa visión residual de los servicios sociales corresponde a un momento (superado ya por la comunidad de conocimiento de las políticas sociales) en el que todavía no se había comprendido la naturaleza de las diferentes políticas sectoriales (sanidad, educación, servicios sociales, empleo, vivienda y garantía de ingresos) como políticas que se ocupan de garantizar que todas las personas puedan disfrutar de determinados bienes (cada política sectorial el suyo). En ese contexto había una visión que desconocía la existencia de un objeto propio para los servicios sociales (la interacción de todas las personas, según proponemos) y que les encomendaba la gestión de cualquier necesidad (empleo, vivienda o alimentación, por ejemplo) siempre y cuándo se tratara de colectivos pretendidamente minoritarios y supuestamente especiales. Esa visión está superada completamente por la comunidad de conocimiento aunque todavía no está superada del todo en la mirada de la ciudadanía, de las personas con responsabilidad política e incluso de algunos sectores profesionales de las políticas sociales.

¿La atención a las personas con dependencia tiene que ser la máxima prioridad de los servicios sociales?

La atención a las personas en situación de dependencia funcional es responsabilidad, obviamente, de todos los sectores de actividad. La calidad de vida e inclusión social de las personas en situación de dependencia necesita, como la de cualquier persona, del concurso del sector educativo, del sanitario, del de la vivienda, del las políticas de empleo, del sector de los servicios sociales y del de garantía de ingresos. En este momento posiblemente es el sector de los servicios sociales, comparativamente, el que más debe transformarse y potenciarse entre los mencionados, Por tanto yo diría que la atención por parte de los servicios sociales –en lo que les corresponda– a las personas en situación de dependencia ha de ser una de sus prioridades.

 

Defiende una mayor interacción de los servicios sociales con otros pilares básicos del Estado del bienestar. ¿Puede concretar esta interrelación?

Tenemos bienestar en la medida en que disfrutamos de esos grandes bienes (salud, conocimiento, interacción, ocupación, alojamiento y subsistencia) que protegen y promueven las diferentes políticas sectoriales mencionadas. Por ello tan importante es que cada una de ellas esté bien diseñada y sea fuerte como que mantengan las adecuadas relaciones de coordinación o integración intersectorial. En este momento, por diversas razones, entiendo que es prioritario trabajar en clave de rediseño e innovación en el triángulo entre política de servicios sociales, política sanitaria y política de vivienda.

 

ACRA propone un modelo de atención a la dependencia en el que los usuarios sean el centro de la atención y que ésta se adapte a sus necesidades, con mayor flexibilidad que la actual. ¿Qué opina al respecto?

Comparto la apuesta por servicios flexibles, por servicios que se presten sobre la base de una evaluación de las necesidades de las personas que los recibimos, por servicios que nos pongan en el centro de sus preocupaciones a las personas usuarias y que respeten y potencien nuestra autonomía funcional y moral y nuestra capacidad de desear, decidir y elegir libremente. Comparto la apuesta por servicios y sistemas de servicios que desarrollen su capacidad de coordinarse e integrarse y de facilitar nuestros itinerarios como personas usuarias. Comparto la apuesta por servicios amigables con las dinámicas, redes y entornos familiares y comunitarios que hemos construido y elegido las personas que, en un momento dado, utilizamos esos servicios.